viernes, junio 23, 2006

Trabajando la chapa (2): De visitas familiares y otras formas del síndrome de Diógenes

Como bien me han indicado, he cometido el imperdonable error de mencionar el uso de materias primas (los tocones de encina) sin explicar cómo conseguirlas. Acudo raudo a subsanar la falta, y dedicaré este post a la forma de adquirir la primera remesa de herramientas para el trabajo de la chapa.

Para conseguir los primeros cachivaches, es una precondición casi indispensable tener un cuñado que sea buen cocinero y que viva en una casita con chimenea y garaje a medio camino de Toledo. Si, ya lo sé, no todo el mundo dispone de un cuñado que sea buen cocinero y que viva en una casita con chimenea y garaje a medio camino de Toledo, pero qué le vamos a hacer: la vida es dura, y no todo el mundo ha nacido para hacer armaduras.

Afortunadamente, yo si tengo un cuñado de esas características. El mío se llama Vicente, pero esto último ya es opcional. Si el vuestro se llama de otra forma, también puede valer.

Lo siguiente puede ser lo más difícil de conseguir para muchos, pero el que algo quiere, algo le cuesta: hay que lograr que vuestro cuñado (que para eso es buen cocinero) os invite a comer. En mi caso, como mi cuñado es un solete, fue sencillo; lo más difícil fue que colara en casa sin levantar sospechas:
- Oye, cariño ¿qué te parece si el sábado vamos a comer con tu hermana y su marido?
- ¿Qué? ¿Qué quieres ir a ver a tus cuñados? ¿Por iniciativa propia? ¿Te encuentras bien?
- No, no pasa nada; es que me apetece
- Bueno, vale
- Por cierto... ¿te importa que salgamos prontito? Es que quiero hacer algunas cosas de camino...

Porque si yo vivo en Madrid, y mi cuñado vive a medio camino de Toledo, eso cae en... ¡Si! ¡A nada de distancia de Desguaces La Torre! ¡El que posiblemente sea el más grande desguace de toda la zona centro! ¿Qué afortunada casualidad, no?

En un desguace encuentras todo tipo de cosas fascinantes que puedes reconvertir en herramientas, por un precio muy razonable. Y además es uno de los sitios más divertidos en los que alguien con un buen juego de llaves de tuercas puede pasar la mañana del sábado ¡qué le zurzan al parque de atracciones, dónde va usté a parar!

Desguaces La Torre tiene, además, un par de características destacadas: en su cafetería ponen unas tapas de lo más poderosas, y en sus baños tienen un detergente para las manos incomparable: deditos tiernos y rosaditos donde sólo había pegotones de grasa, en menos de quince segundos y sin ningún esfuerzo. ¡Y luego hablan del fairi! De verdad que es asombroso: limpia (y parece) como si fuera sosa con arena, y ni siquiera escuece en los arañazos.

A un desguace debes llegar con un maletín de herramientas, con ropa que se pueda manchar, con paciencia, y con una buena crema solar. Lo digo en serio: yo fui hace cosa de un mes, llevé una camiseta sin mangas, y aún conservo lo que parece una marca de bikini. No es que tenga nada contra las marcas de bikini (son sexis), pero es que yo llevo perilla desde hace más de quince años, y como que no me pega.

En el desguace yo esperaba encontrar, básicamente, superficies sólidas sobre las que amartillar chapa; preferiblemente superficies con un juego variado de curvas y ángulos que usar como molde. Los que hagan crucigramas sabrán lo que es un tas: son una especie de yunquecitos con formas variadas y superficies diversas utilizados para dar forma a la chapa. Pues lo que buscas son tases, por supuesto, lo más económicos posibles.

En general, la bibliografía habla del uso de stakes. Quedaré agradecido a cualquiera que me proporcione una adecuada traducción herreril de stake, porque me niego a machacar la chapa encima de una estaca, suena muy guarro. Los stakes parecen ser algo así como tases soldados a un nervio de metal que encaja en un yunque o en una mordaza y permite trabajar sin impedimentos sobre una superficie sólida y estable. Vale, yo tampoco me he entendido. A ver con unos ejemplos.

Esto es una stake, en este caso cilíndrica y con un rebajado cóncavo para trabajitos finos (por cierto, en estas fotos el que sale es el maestro William Hurt currándose unas rodilleras realmente guachis)

Esto otro es una stake, esta vez de bola, para planificar la chapa:
¡Será por falta de stakes! Esta, por ejemplo, es para hacer acanaladuras:
¡Estoy seguro que piensas que tu coche no tiene nada parecido a eso por ningún lado! Bueno, pues después de mucho buscar y rebuscar, de bastante grasa, de maldecir algún tornillo atascado, y de arañarme con algún que otro hierro oxidado (si no se me ha caído nada a cachos después de un mes, no puedo tener tétanos, ¿verdad?) yo conseguí una lista de adquisiciones bastante aceptable:

- Un disco de freno
- Una bola de remolque
- Una rótula del espejo retrovisor de un camión
- Una zapata de freno
- Dos llaves de tuercas de las de cambiar ruedas
- Una antena de radio

Todo ello, por cuatro perras. ¿Y qué haces con todo esto? Pues meterlo en una bolsa (porque mancha) lavarte las manos con el fantástico jabón del desguce, y, después de tomarte una cerveza bien fría con su tapita, irte a comer a casa de tu cuñado.

Tu cuñado, como todo aquel que tiene una casita con garaje, jamás ha pensado siquiera en meter un coche en el garaje, sino que lo ha convertido en un tallercito bien equipado, y en particular tiene una estupenda amoladora de banco, una pulidora, una radial... el set completo de juguetes, vamos. Ahí es donde vamos a dar un primer repaso a lo que hemos comprado, para intentar sacar la herramienta que todo trozo de chatarra lleva dentro.

Un disco de freno, bien seleccionado, ofrece una superficie muy lisa (para amartillar sobre ella) con un borde circular. Eso si, te tiras un rato antes de sacarlo de debajo de la capa de óxido.

El único inconveniente es que es un poco aparatoso e inmanejable. ¿Cómo fijaremos esto para poder trabajar sobre él? Pues la respuesta es sencilla: no lo sé. Así de simple. No tengo ni idea. Pero ya improvisaremos algo, no preocuparse...



La bola de remolque supone todo un desfío, ya que las puñeteras serían perfectas, a no ser por el detalle de que la parte de arriba está aplanada (no sé por qué) en todas las bolas de remolque que he visto. Tienes que tirarte un buen rato de rueda de esmeril con ella para eliminar esa forma, y, aún así, no me termina de convencer la curva resultante. Y encima llegó a calentarse bastante y no sé si ahora se deformará con facilidad por los martillazos. Probaré, pero creo que acabaré por comprar otra, y soldarle un soporte a un lado para trabajar sobre un lateral, que ya es bien redondito de serie. En esta misma foto, al fondo, está la rótula del espejo, por cierto. No tengo idea de para qué puede servir, pero era redondita y brillante, y no pude resistirme.

Lo que puede resultar muy útil, y no contaba con ello, es el soporte de la bola de remolque (¡Pssst! si te lo llevas atornillado a la bola, no te lo cobran)

No sólo tiene un ángulo recto estupendo, sino que proporciona una superficie de las mismas características que el disco de freno (aunque no sé si tal vez demasiado pequeño)

El problema es que sólo he visto este tipo de soporte en el 4x4 al que se lo desmonté, no he vuelto a ver más soportes similares ¿Se lo harían por encargo? Puede ser.

¿Para qué sirve la zapata de freno? Pues para nada, fue un error. La tiré en cuanto la vi con más calma.

Las llaves de tuercas son estupendas: les cortas los extremos, y te quedas con unas varas alargadas y resistentes, que pueden ser la base de una stake de esas. Aquí las veis, con el botín al completo, incluyendo una estupenda mordaza que me regaló mi cuñado porque no la usaba:


Ah! Se me olvidaba deciros cual es el uso de la antena de radio. ¿No lo adivináis? Es lo más original de todo. Hay que enroscarla con cuidado en el techo del coche, justo donde estaba la que te mangaron hace meses, y así se oye mejor la radio. Sorprendente, ¿verdad?

Y ya solo falta explicar el tema de los tocones. Hemos dicho que la casita de tu cuñado debe tener chimenea. Eso significa que tiene leña. Y la leña la tiene que partir en algún sitio. ¿Y qué mejor sitio que en los sólidos tocones que le dan en el mismo sitio donde compra la leña?

Por cierto, los tocones son peligrosos, a mi me costaron darme una costalada de cierta consideración. Me explico:

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Cosas que aprende un armero incipiente (7)

Cuando llevas en las manos un tronco pesado que te ocupa ambas manos, y quieres pasar a través de una puerta, no se debe apoyar la espalda con todo tu peso contra la puerta y accionar el picaporte con el codo. Especialmente si sabes de sobra que al otro lado de la puerta hay unas escaleras descendentes.
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Y con esto ya tenemos unos primeros juguetitos para ir empezando a hacer cositas, pero... aún queda mucha chatarra por recoger, me parece.

En el próximo post retomaremos el asunto de la malla, que no todo es cuestión de fabricar herramientas: también habrá que ir utilizándolas, ¿no?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo de tu síndrome de Diógenes empieza a ser preocupante. No sólo ya tienes la casa llena de trastos de chatarrero, sino que a no mucho tardar empezarás a pegar carteles en todo el barrio haciendo la competencia a la recogida gratuita de muebles y trastos viejos del ayuntamiento.

Axil dijo...

¡Hey, qué idea tan buena!

¿Alguien tiene por ahí un mueble viejo que incluya una varilla de acero calibrado de 12mm de diámetro y al menos unos 10cm de largo?

¿Y un tocón de encina que no sea inmune a la radial (qué duro está el jodio)?

¿Nadie va a tirar el yunque de la abuela?

¿Un... pongamos medio balón de futbol, fabricado en acero?

Ya os iré contando... es cierto que la chatarra me llega ya a la altura del tobillo, por no hablar de las limaduras metálicas que me están empezando a raspar el suelo más allá de lo que había logrado el perro.

Anónimo dijo...

Míralo por el lado positivo: cualquier indicio de verruga que puedas tener quedará eliminada de manera definitiva, tal y como me sucedió a mí en mis tiempos cerrajeriles.

Anónimo dijo...

Me estoy preguntando cómo se lo montarían los armeros de la antigüedad para trabajar el hierro sin la chatarra de los coches.

Axil dijo...

Tengo entendido que los pobres tenían que emplear unas cosas llamadas fraguas para hacerse herramientas, además de varios años de aprendizaje con un forjador experto. O eso, o destripaban carros de caballos para obtener herramientas, claro.

Anónimo dijo...

Te recomiendo que en otra de tus incursiones, tambien recojas un bolardo de esos pequeños y MACIZOS que habitualmente ponen los ayuntamientos en las calles, para que no aparques.

Quedan unos Yelmos preciosos y perfectos.

Axil dijo...

(seguimos con las entradas antiguas que blogger no me notificó en su momento y que estoy descubriendo ahora)

Lo de los bolardos se me ocurrió, y los he buscado, en Madrid los hay semiesféricos, muy monos y de un tamaño apropiado, pero muy poco macizos. Son una chapilla finústica rellena de cementoide cutre, nada que vaya a soportar unos buenos martillazos (al menos los que he localizado hasta el momento)