lunes, febrero 26, 2007

Romance de la espada y la empanada mental

(Entónese con el soniquete típico de los ciegos cantando romances de pueblo en pueblo)


Voy a contarles la historia
de cómo meter la pata
como hizo el torpe de Axil
queriendo comprarse un arma.

Fue por estas navidades
que antojósele una espada
pues lo hierros que tenía
no servían para nada
al ser todos de turistas
y el acero, ser chatarra.

Eligió nuestro buen Axil
una espada negra y maja
que entre sus muchas virtudes
es sobre todo barata.

Se acercaban ya los reyes
y un sábado a la mañana
a Internet se metió Axil
a comprar cosas a manta
pues los regalos buscados
sólo online los encontraba.

Aprovechando el momento
se lanzó a encargar el arma
en la web de don Rufino
que es famoso en estas landas.

Ordenando transferencias
pasó Axil la mañana
y entre tanta compra y pago
al final las cifras bailan:
al hacer la transferencia
de la compra de la espada
va y se pasa en el importe
¡casi el doble, ahí es nada!

En la página del banco
piensan en tontos de baba
se pregunta una y mil veces:
"¿Estás seguro? ¡Repasa!"
Y Axil va, y atolondrado
responde "que sí, ¿qué pasa?"
y así cien veces pregunten
cliquea OK sin tardanza.

Eso si, nada más hecho
Axil se fija en la pasta
y al ver la cifra en la cuenta
descubre que es metepatas:
"Siendo como soy del gremio
¿cómo fui tan papanatas?"

Son las quince y dos minutos
y Axil a la banca llama
la respuesta desalienta
a las tres fue confirmada
la transferencia fue hecha:
da la guita por gastada.

Tras hablar con don Rufino
la cosa es solucionada
y aunque fue al segundo intento
la vuelta le es reembolsada
ya sólo falta el envío
si bien parece que tarda.

Tras numerosas preguntas
por fin don Rufino llama
"¿quien eras tu, buen cliente,
que una espada me reclamas?"
Ante tan rara pregunta
Axil sin duda se alarma
"Soy aquel que hace unos meses
en pagándote la espada
demostró ser muy, muy torpe
y al pagar metió la pata"
Don Rufino, de inmediato
reconoce al tontolaba
y confirma sin problemas
"¡Ah, vale, ya va la espada!"

Tras pasar algunos días
Axil de nuevo se alarma
"¿Qué pasó con el envío?
Esto no llega ¿qué pasa?"
hasta que al fin hay noticias
y el transportista le llama
que dónde quiere la entrega
que no le encuentran en casa.

Así, sin pensarlo, Axil
le dice dónde trabaja
y que le hagan la entrega
mañana por la mañana.

Cuando el chico que reparte
se acerca a media jornada
Axil se fija, extrañado
en su cara demudada
y se pregunta el motivo
de su expresión asustada
hasta que, viendo el paquete
algo capta su mirada:
el sello de "revisado"
que Seguridad estampa
¡Esto pasó rayos X!
¡el scanner vio la espada!
¡Y aún así lo han entregado!
¡Lo próximo una granada!

Tras demostrar ser un friki
al explicar a la banda
lo que contiene el paquete
llega el fin de la jornada
y Axil tiene que llevarse
en la Vespa esta monada
un pedazo de paquete
que no cabe, y se le clava
y además de hacer de vela
la visión de un lado tapa.
Esquivando a los munipas
y cuidando de su carga
desde el curro, allá en Pozuelo
al final llega a su casa
donde por fin, muy contento
el paquete desembala
e incluso le encuentra un sitio
en la pared a su arma
acabando así la historia
de la compra de una espada
y de cómo liarlo todo
con su mental empanada



(Ahora es cuando paso la gorra, y todos aquellos que no se han ido muertos de aburrimiento a medio relato me deberían dar unas monedas)

(¿no?)



miércoles, febrero 21, 2007

El segundo spangenhelm (6): planificando la chapa

Seguimos con las entregas ladrillo. Hasta ahora, hemos dado una forma más o menos burda a las piezas. ¡Ah, por cierto! Seguimos acumulando tiempos, y no hemos hecho más que empezar:

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Vísteme despacio, que tengo prisa

La cosa iba por 4,5 horas. A partir de ahí:

-Forma inicial de la cruz y agujeros básicos: 1,5 horas
-Forma delicada de todo el marco: 1,5 horas
-Corte y limado de nasal: 0,5 horas (ya hablaremos de este amigo)
-Corte y limado de los triángulos: 0,75 horas
-Limpieza de óxido de los triángulos a golpe de scotch brite: 0,75 horas
-Dar forma al nasal: 0,5 horas
-Dar forma a uno de los paneles triangulares: 0,5 horas
-Darse cuenta de que los paneles te han quedado pequeños: no tiene precio
-Corte y limado de los nuevos triángulos: 0,75 horas
-Dar forma básica a los cuatro nuevos triángulos: 4,5 horas

En total, y para ir llevando claros los tiempos, los acumulados quedan como

TTL (Tiempo Total de Labor): 15,75 horas

CMOS
(Crono Menos Operaciones Superfluas): 12,25 horas

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- Oiga, ¿se da cuenta de que desperdicia como la cuarta parte del tiempo de trabajo haciendo cosas mal?
- Si, soy perfectamente consciente, pero gracias por señalarlo


Vale, tenemos unas cuantas piezas de chapa más o menos abolladas. ¿Ahora qué?

Pues ahora vamos a proceder a su planificado (planishing) que se descompone en dos fases: desabollar (bouging) y aplanar (planishing)

- Oiga, pero en inglés sale dos veces el mismo término, y usted lo ha traducido de formas distintas.
- Pues sí ¿qué pasa? Y al último 'planishing' no lo llamo compresión de milagro.

La primera fase es sencilla. La chapa estará llena de trozos que sobresalen sobre la superficie, o que se hunden en la misma. Coges el martillo, y, sobre la misma superficie de hundir o de elevar previamente utilizada, les vas dando candela para que queden bien ajustados a la superficie. Lógicamente, golpeas desde fuera o desde dentro según lo que haya que corregir.

Aquí es una buena ayuda mirar bien la pieza a la luz, e ir marcando con un rotulador las partes a tratar. Yo suelo rodear con una línea continua aquellas que sobresalen demasiado, y discontinua si están demasiado hundidas.

- Oiga, ¿y eso se marca siempre así?
- No, cada cual es libre de marcarlo o no como le venga en gana.
(¿De dónde habrá salido el tipo pesao éste que habla en azul?)

Y así continúas hasta que la cosa es lo bastante uniforme como para decir: ya no puedo seguir alisando con estas herramientas.

Y ahora a aplanar.

Para aplanar te hace falta un martillo de cabeza lisa, y más bien tirando a pesado. En su momento yo lo intenté con un martillo de chapista, pero no es buena idea (no para metal tan gordo)

Para este segundo spangenhelm, yo estoy usando un martillo de mecánico de 560 gramos (lo ponía en la etiqueta). En la foto podéis ver el martillo tal como era de nuevo. Se puede apreciar que el borde, a pesar de estar biselado, tiene unas aristas que tienen todas las papeletas de acabar perfectamente grabadas en la chapa sobre la que te vas a poner a trabajar, y tu no quieres eso. No no no.

- Bueno, pero si da los golpes con el martillo bien agarrado, no se marcará, ¿no?
- Pues no, pero es que a partir del martillazo número 300 el pulso no es tan fino. A la larga, siempre das algún golpe un poco torcido


Así que habrá que darle una lijadita para eliminar las aristas. Ya sabes: amoladora de banco, y el método de lijado y pulido que más rabia te dé, con cuidado, eso si, de no estropear la superficie plana.

- ¿No ha dicho que sin estropear la superficie plana? ¿Es normal lo de esas marcas en mitad del martillo?
- Lo cierto es que estuve un poco manazas. Bueno, las marcas apenas se notan al tacto y no dejan huella en la chapa, así que decidí dejarlas correr.
(Este tipo está empezando a caerme gordo)

La verdad es que me sorprendió un pelín lo fácil que se marcó un Irimo, con apenas un suave roce de la lija. Podría eliminar la marca dándole una buena lijada a toda la superficie y puliéndola de nuevo, pero no merece la pena.


En fin, que ya tienes el martillo y la pieza a trabajar. ¿Encima de qué yunque?

Pues para esto utilizamos a nuestra vieja amiga la bola de remolque, bien sujeta a una mordaza. Sí, también tengo un proyecto de mejora para ella, pero por el momento es lo que hay.

- Oiga, oiga. Que las bolas de remolque no tienen una superficie suave, que las he visto yo cuando voy de camping a Benidorm, y tienen encima un circulito que es plano y tiene aristas.
- Yes, I know. Hay que eliminar esas aristas con la amoladora y pulir un poco la superficie. Queda una curva realmente fantástica para lo que queremos.

Por cierto, que a nadie se le ocurra hacer caso a la foto y dar martillazos sobre el parquet del salón. Esa mordaza va encima de un tocón, todo ello en el suelo de hormigón del garaje.

De nuevo, a mi me resulta más cómodo pintar en la pieza unas cuantas líneas con rotulador para que me guien, y saber por dónde voy.

Los golpes hay que darlos con cierta puntería. La pieza debe estar apoyada en la stake (la bola de remolque) justo en el mismo punto en que vamos a
dar el martillazo

- Ya claro, decirlo es muy fácil. Pero cuando la chapa está tapando la bola ¿cómo sabe si está dando bien los martillazos? ¿eh?
- Pues por el sonido. Si suena "ting" es que le has pillado bien. Si suena "clonk" es que le estás dando mal. Y por cierto, ¿usted quién es y qué hace en mi blog?

Así vas dando golpes, muchos cientos, tal vez miles de golpes para un solo panel del spangenhelm, hasta que te queda una superficie multifacetada, un mosaico de pequeñas superficies planas que empieza a reflejar las cosas y que no las distorsiona en exceso.

De hecho, ese es el método para saber si has terminado con el planificado. Tienes que mover la pieza frente a ti, de forma que refleje algo (por ejemplo, tu cara) y moverla para ver si el reflejo se mantiene más o menos uniforme. Si es así, estupendo, si no... habrá que volver a desabollar y aplanar, pero que no cunda el pánico: es mucho más sencillo corregir los errores que empezar de cero.

- Y todo eso del aplanado, ¿para qué sirve exactamente, eh? A mi me parece que después de desabollar, la cosa ya estaba lista para lijar.
(Este tipo me está poniendo nerviosito)
- Pues sirve para tres cosas: para facilitar el lijado, para evitar que el lijado se tenga que llevar demasiado material, y, sobre todo, para endurecer el hierro.
- ¿Ein?

Lo de facilitar el lijado es sencillo: cuanto más lisa sea la superficie para empezar, menos habrá que lijar para que quede lisa del todo. Cada minuto empleado en aplanar ahorrará cinco de lijado.

Como corolario de lo anterior, el lijado será más superficial. Habrá que comerse menos material, con lo que el resultado será una chapa más resistente.

- ¡Buah! ¡Ya será menos! ¡Ni que eso fuera a notarse!
- Pues ríase usted, pero milímetro y medio de espesor ya es una chapa considerablemente gruesa para una pieza de armadura. Comerse con la lija dos o tres décimas de milímetro más o menos es un porcentaje tremendo.
- Vale, vale, acepto pulpo, pero lo que no cuela es eso de endurecer el hierro.

Cuando estás trabajando con hierrajo (o con el acero extremadamente pobre en carbono que hoy en día se vende bajo el nombre de hierro o mild steel) lo primero que descubres es que es sorprendentemente dúctil y fácil de trabajar. Hasta que le has dado una buena tunda de martillazos, y descubres que el metal se te está poniendo chulo.

Eso es porque, a base de golpes, has comprimido las moléculas del metal unas contra otras, creando una serie de tensiones internas que endurecen la pieza.

Eso es malo si quieres seguir dándole formas más raras, porque te hace falta normalizar la pieza para liberar esas tensiones y que vuelva a ser manejable.

- ¿Normalizar? ¿Qué es eso?
- La calientas hasta que está al rojo, y la dejas enfriar muy poco a poco. Así se ablandan los metales férricos.
- Ah, vale

El caso es que, para darle un buen acabado a una pieza de hierro, es deseable endurecerla un poco. Dado que al hierro común se la trae al fresco un tratamiento térmico que no incluya contaminarlo con carbono, el endurecido a martillazos es muy deseable.

- Pues menudo rollo gratuito, tío pedante. Vale, hay que darle de martillazos, ¿y eso qué diferencia implica? Lo dejas liso, y ya está, toda esa charla sobraba
- Pues hay dos diferencias: que los martillazos tienen que ser lo bastante fuertes para comprimir bien la chapa, y que también hay que hacerlo con las piezas curvadas que ya eran lisas, aunque sólo sea para endurecerlas. Es decir, en el caso del spangenhelm, hay que aplanar también el marco, aunque en su momento quedó bastante liso

Estamos a punto de acabar con esta serie sobre cómo dar forma a la chapa. Por el momento, diremos que el planificado se va a cargar la forma que habíamos dado antes, y que será necesario hacer dos o tres correcciones iterativas (dar fomar - planificar - dar forma) hasta conseguir que las piezas cuadren realmente bien.

Y además, nos queda explicar cómo afilar la cresta del nasal, algo que también se hace en fase de aplanado.

Pero todo eso tendrá que esperar al siguiente post.

- Oiga, oiga, listillo, no tan deprisa. Venga usted pa'cá.
- ¿Quién, yo? No, si yo ya me iba...
- Ya, ya. ¿Ve usted esta espada? ¿Sabe lo que significa la expresión "eviscerar con extrema saña"?
- ¿Eviscequé? ¿Qué quieAAAAAAARRRRRGGGGHH!

lunes, febrero 12, 2007

El segundo spangenhelm (5): dar forma a los paneles triangulares

Y por fin llegamos a la miga. Va a ser un poco ladrilloso, y demasiado serio; pero prometo enmendarme en cuanto acabe con esta serie sobre el moldeo de la chapa. Vamos directos al lío.

Existen dos técnicas para dar un aspecto abombado a una chapa a base de martillazos: dishing y raising. Y yo las voy a traducir, respectivamente, por hundir y elevar.

¿Cómo, que la traducción no es correcta? De acuerdo, aceptaré humildemente que alguien me proporcione el correcto término técnico en castellano, pero no voy a decir darformadeplato, ¿vale?

Ambas técnicas son poco más o menos, equivalentes; aunque ya veremos que hay ciertas variaciones en el resultado. Hundir es, probablemente, lo más utilizado hoy en día, mientras que en el medievo, seguramente casi todo se hacía elevado.


Hundir la chapa

Para hundir la chapa, lo primero que necesitas es un sitio donde hacerlo. No idiota, no me refiero a un taller, sino a una superficie de trabajo adecuada sobre la que trabajar. Una superficie cóncava sobre la que colocarás la chapa y te liarás a martillazos.

En función de la superficie donde trabajes, existen dos técnicas para hundir la chapa: en el aire, o apoyando sobre la superficie.

En el aire es cuando la superficie de trabajo es más honda que la forma que buscas. En ese caso, tienes que andarte con ojo de no pasarte, y la superficie resultante quedará, en cualquier caso, bastante irregular.

Lo ideal es trabajar siempre sobre una superficie, si no de la misma, sí al menos de una curvatura lo más cercana posible a la forma que buscas, de forma que puedas acabar con la chapa apoyada sobre la superficie. De hecho, así incluso te puedes ahorrar el paso de aplanado del que hablaremos en algún futuro post.

Pero claro, disponer de una superficie idéntica a lo que necesitas es un lujo que rara vez se da.

Yo trabajo sobre un tocón de encina, al que en su momento hice varios ahuecados de diferentes curvaturas. De hecho, incluso cuando trabajas con mucha curva, no es mala idea empezar por un hueco de menos profundidad e ir subiendo. ¡Ah! y por lo general utilizo un pesadísimo martillo de alrededor de kilo y medio que también modifiqué en su momento, claro que eso es para la gordísima chapa que forma un yelmo, chapa más fina requeriría un martillo más ligero. Por cierto, hablando de martillos, esta página es de lo más instructiva.


Elevar la chapa

Esta técnica es justo la simétrica: apoyas la pieza en algo que sobresale, y la vas golpeando alrededor.

Igual que en caso anterior, es mucho mejor si dispones de una superficie de trabajo de la forma exacta, pero también se puede hacer en el aire

Esta técnica es algo más difícil, pero es la única alternativa viable para algunos diseños complicados.

¿Y en qué decíamos que se diferenciaba el resultado de estas técnicas? Pues bien, se supone que hundir la chapa da como resultado una pieza con el metal más delgado, mientras que al elevarla consigues metal más grueso.

¿Cómo que no entiendes por qué? Te lo voy a explicar con unos ejemplos.

Hundir: Agarra un globo. Que sea de color amarillo (el color en realidad no es importante, es un capricho) Ponlo al transluz y míralo bien. Ahora ínflalo, y vuelve a mirarlo al transluz. El material del borde no ha sufrido ninguna variación. Pero gran parte de la goma se ha estirado. Y donde antes había un amarillo perfectamente opaco, ahora hay una superficie translúcida. Eso se debe a que el material se ha estirado, y para hacerlo, tiene que volverse más fino.

Ya te veo venir. Piensas que eso mismo va a pasar al elevar, ¿verdad?

Pilla un botellín de lo que más te apetezca tomarte (y a mi me pones una birra, gracias). Ábrelo con mucho cuidado. Bébete lo que haya dentro, y, entre trago y trago, observa de cerca el tapón de chapa.

Más de cerca.

Exacto. Está arrugado.

Si pones una chapa redonda sobre una superficie sólida y redonda, pero algo más pequeña, y aplastas los bordes hacia abajo a martillazos, estás haciendo dos cosas: elevar la chapa y fabricar algo parecido a un tapón de corona. El metal de los bordes alcanzaba un diámetro superior en su forma anterior, así que, en el tapón de un botellín, se va plegando hacia dentro y hacia fuera, dándole la característica forma de corona, porque en alguna parte hay que meter todo ese material sobrante. Cuando trabajas uniformemente a martillazos, haces lo mismo, sólo que, en lugar de crear una corona, el metal se va comprimiendo y aumenta de grosor.

Eso al menos es lo que dice la teoría. Claro que en una pieza de este tamaño y curvatura, la diferencia no se va a preciar fácilmente si no es con un calibre láser, así que te da poco más o menos igual.

Por cierto, la forma de dar los martillazos se supone que es distinta en ambas técnicas. En los dos casos se debe trabajar en espiral, dando martillazos uniformes, pero, al hundir, se trabaja de fuera hacia dentro; y al elevar, se trabaja de dentro hacia afuera. La idea es que así se fuerza menos la chapa y es menos probable acabar rompiéndola, bien sea por haberla estirado demasiado, o por haberla arrugado más allá de su resistencia. Pero en esto hay escuelas, la verdad. Por lo poco que yo sé, recomiendo probar ambas y quedarte con la dirección que te resulte más cómoda.

- Y entonces, ¿qué hay que hacer, hundir o elevar?

Pues allá cada cual. Yo, personalmente, básicamente trabajo hundiendo, y ayudándome de vez en cuando elevando algún punto que se resiste más de la cuenta. Pero claro, hay que tener en cuenta que aún no me he hecho [con] las herramientas adecuadas, sobre todo el martillo de elevar.


Vaale, ya va. Los triangulitos.


Para hacer los paneles triangulares, a mi me gusta empezar curvando un poco el panel. En realidad no es en absoluto necesario, pero así no tienes que hundir demasiado el borde inferior, y te ahorras endezarlo más tarde.

La magnífica herramienta para curvarlo es un muy sofisticado trozo de tubo, mis 80 kilos apoyados en la chapa para un primer curvado, y una rápida pasada por el mazo de nylon para darle una forma más aceptable.

El tubo dista mucho de ser una herramienta ideal, aunque su mutación en una magnífica stake ya está en fase de diseño avanzado.

Aquí podéis ver el principio de la primera pasada de hundido, en la vuelta más externa de la espiral. Si ampliais la foto, veréis dos cosas:

- Que el centro aún está plano, tal y como era de esperar.

- Que el borde ha quedado arrugado, formando pliegues.

Es muy importante que no permitáis que ocurra esto (lo cierto es que no deberíais llegar al extremo de la foto, yo dejé aposta que ocurriera para poder sacar la foto)

Si permitís que estos pliegues se formen y no los aplanáis inmediatamente, es fácil que el metal se acabe rajando por los mismos según sigáis dándole forma. Palabra que ocurre.

Para evitar estas arrugas, no hace falta ningún despliegue de medios extraordinario. Sólo hay que apoyar el borde sobre una superficie plana (yo utilizo la parte sin ahuecar del tocón), e ir golpeándolo suavemente con el mismo martillo, de forma que los golpes se solapen bien entre si, y justo en el borde del metal.

En la foto tenéis el mismo panel de antes, sin más modificación que esa pasada para alisar el borde. Hay diferencia, ¿verdad?

Después no hay más que seguir dándole vueltas a la espiral, hasta llegar al centro del panel.

En la foto de al lado está el mismo panel, una o dos vueltas más tarde.

Ampliando la imagen, se puede apreciar que la parte plana es mucho más pequeña, y que se me ha arrugado un poco el borde, la verdad.

Cada vuelta de la espiral se puede llevar... no sé, 50, 100, ó 150 martillazos para la vuelta más externa, cada vez menos según vas cerrando. La espiral completa necesitará unas cinco vueltas.

Pero no os creáis que con eso ya está completo el hundido del panel.

Aquí tenéis el panel tras completar la espiral.

Por lo general, una única pasada no va a ser suficiente, y va a ser necesario repetirla varias veces hasta lograr una curvatura suficiente.

En mi caso, después de darle tres pasadas, decidí que ya era bastante. Sin embargo, mucho me temo que voy a tener que dar alguna más, una vez ajustado al marco me da la impresión de que me quedé algo escaso.

El panel tiene suficiente curvatura cuando lo colocas en su posición en el marco del spangenhelm, y, por muchas vueltas que le des, sigue formando una única curva suave con la forma del marco, con un perfil suave y elegante. Si queda demasiado aplanado, malo.

Claro, que, para que encaje bien en el marco, no basta con el proceso de hundido. Una vez lo has hundido más o menos lo suficiente, tienes que ir ajustándolo a su forma definitiva, y eso es lo más dificil.

Para ese ajuste, se trabaja básicamente sobre la curvatura de los bordes del panel. No hay muchos secretos: o lo curvas más, o lo curvas menos.

Yo tiendo a curvarlos todos de más, para luego partir de un vértice (el de arriba) e ir enderezando los dos lados hasta que va ajustando.

Para enderezar el borde, empleo un borde del tocón, en el que apoyo el borde de la chapa, de forma que quede en el aire justo la zona cuya curvatura quiero disminuir.

Se le dan unos suavísimos golpes con la maza de nylon en la parte más elevada, y listo.

De todas formas, este es un proceso iterativo. Cuando llegas abajo, te das cuenta de que la curvatura del borde inferior ni se parece a la que necesitas, así que la corriges... y entonces el panel deja de ajustar a los lados.

Que no cunda el pánico: otra pasada, y así hasta que el panel encaje más o menos bien en el marco.

No es necesario que el encaje sea absolutamente perfecto, ya que en la siguiente fase (alisado de la chapa) vamos a volver a deformarlo un poco, pero es importante que ajuste lo mejor posible, ya que, si no, más tarde nos las veremos negras para que ajuste bien sin cargarnos el alisado.

Del alisado nos encargaremos en otro post. Mientras tanto, si alguno de mis lectores conoce un método mejor de conseguir que los paneles triangulares encajen bien en el spangenhelm, por favor, desde aquí suplico su caridad y su ayuda. La más mínima aportación será bienvenida, porque de verdad que estoy hasta las narices de dar pasada tras pasada y no conseguir nunca el ajuste perfecto de mis sueños. ¡¡Socorro!!

miércoles, febrero 07, 2007

El segundo spangenhelm (4): Dando forma a la cruz

En la anterior entrada, ya hablamos sobre cómo se debe curvar la chapa. En esta entrada vamos a continuar con la muy aventurada tendencia a entrar en detalles sobre cómo hacer las cosas (cada vez me arrepiento más de haberme lanzado a esta espiral de exposición de mi ignorancia)

Para dar forma a la cruz de este spangenhelm, además de las técnicas de curvado básicas en las tiras del yelmo, vamos a necesitar realizar un bisel a lo largo de toda la tira central, y vamos a tener que dar una forma claramente convexa al extremo redondo de la cruz.

Y aquí es donde empezamos a hacerle cosas feas a la terminología. La bibliografía guiri suele denominar a ese bisel crest, término que no hace falta ser un experto en lengua inglesa para traducir como cresta. En este caso, podemos aceptar barco, y llamarlo cresta.

Esa forma convexa suele ser denominada domed. La traducción directa me parece más bien italiano, así que voy a proponer abombado o simplemente convexo.

Lo más sencillo es la cresta. Para lograrla hay dos alternativa: curvas primero la chapa y luego haces la cresta; o haces primero la cresta, y luego curvas la chapa. Y no, no tiene sentido hacerlo todo a la vez; desde luego, no a martillazos.

La primera opción es más complicada y requiere herramientas más especializadas (unas stakes específicas, término que sigue sin gustarme traducir por estacas)

Como el armero incipiente tiene que apañarse con menos medios que McGiver, la segunda opción resulta más simple: sólo hace falta un tornillo de banco y un mazo de nylon.

Aunque en la foto ya esté curvado, es sólo porque no me acordé de sacar la foto antes de curvar. Colocas la pieza a crestar en el tornillo, de forma que sobresalga justo, justo la línea por la que pretendes doblarla.

Aprietas el tornillo bien firme.

Agarras el mazo con una mano.

¡Zumba, zumba, zumba!

Los zumba deben ser uniformes tanto en fuerza como en distribución para que la chapa que sobresale quede doblada adecuadamente.

Desplazas la pieza más allá, y repites.

Y ESTO ES MUY IMPORTANTE: le das la vuelta, y repites la operación del otro lado. Es decir, el lado que antes amartillaste, queda pillado por el tornillo, y ahora amartillas sobre lo que antes estaba sujeto. De esta forma, la cresta queda bien simétrica. Lógicamente, esto implica que, en la primera pasada, no le has dado todo el ángulo que querías, sino tan solo la mitad.

Lo siguiente es curvarlo, tal como habíamos contado antes, pero por mitades. Primero curvas a un lado del bisel, y luego al otro. No es conveniente hacerlo a todo lo largo, porque tendería a enroscarse como un sacacorchos, es mejor curvar sólo un par de centímetros de un lado, seguir por el otro, y así.

Después habrá que aplanar la pieza, pero eso ya lo contaré más adelante, porque aún no lo he hecho para este nasal biselado.

Y ahora viene la madre del cordero. Dar una forma abombada a un trozo de chapa. Lo que voy a contar al respecto vale para el extremo de la cruz del marco, vale para los paneles triangulares del spangenhelm, vale para una coraza del siglo XIV, y hasta vale para una antena parabólica doméstica.

Y como aún estoy reuniendo el valor necesario para enfrentarme al probable aluvión de críticas por publicar un tutorial al respecto sin tener ni fuñetera, lo voy a dejar para otro día.