martes, enero 15, 2008

Has recibido un SMS de Axil

Hl

Stoy liado cn la brafnras. Tjindo aniyas a top. N ai apns avanc asi q n tng nada q contr. Salu2.

- Esteeeee... oiga

- S?

- Es que no sé cómo decírselo sin que se enfade


- L q?

-
- Jopelines, cómo se pone, ni que esto fuera tan habitual en el blog.

- Sólo por si acaso.

- Bueno, vale.

De todas formas, lo cierto es que no tengo ningún avance digno de mención, así que, si queréis ver algo chulo, os recomiendo estos magníficos vídeos, cortesía de Messer (que aún me tiene que explicar qué es eso de cocer en cal...)







- Pues están bien los vídeos, sí. Sobre todo lo del templado y revenido.

- S q l stan

- ¿OTRA VEZ?

- ¿?

-

martes, enero 08, 2008

Cota de malla (10): Este invierno se llevarán las franjas y otras modas del metal

No, no os engañan vuestros ojos. Un año más tarde (exactamente un año más tarde) de la última entrada sobre la cota, vuelvo a abordar el tema.

Porque, de cara al evento de Teruel, he decidido corregir un par de problemas que aún tenía la loriga.

En primer lugar, hice una abertura en el cuello y le coloqué una tira de cuero para poder cerrarlo.

Te preguntarás: pero, ¿acaso no le cabía perfectamente? ¿A qué viene esto?

Pues es todo una cuestión de asimetría. Ahora, la cota es claramente asimétrica, y se distingue a primera vista la parte delantera de la trasera.

Antes no. Y, según la ley de Murphy, siempre, siempre, me la ponía al revés, con lo que las pequeñas diferencias del frente y la espalda (expansiones en esta última) resultaban un pelín incómodas.

Y ahora te preguntarás ¿y eso no se arregla con un poco de cuidado al ponerse la cota?

Pues lo cierto es que sí, pero te desafío a sostener a pulso los trece o catorce kilos de una loriga casi casi simétrica para ver de qué lado tiene las expansiones, sin confundirte nunca, y sin hacerte una luxación de muñeca.

Así que, aprovechamos para recuperar una vieja sección del blog:

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Cosas que aprende un armero incipiente (creo que voy por el #10)

Una loriga debe ser, o totalmente simétrica, o claramente asimétrica para evitar confusiones a la hora de ponérsela, ya que, a ojo, resulta muy difícil distingir el derecho del revés del amorfo montón de anillas en que se convierte la cota cuando la dejas en el suelo. ----------------------------------------------------

Además de este pequeño cambio, mi experiencia en abulense me enseñó un pequeño detalle de las lorigas que me impulsó a emprender un cambio adicional.

Quien alguna vez se haya visto en la tesitura de llevar puesta una cota de malla más de cinco minutos seguidos, se habrá dado cuenta del detalle al que me refiero: la cota pesa bastante, y no hay quien la aguante sobre los hombros.

La única forma de llevarla con cierta comodidad, es repartir el peso, de forma que gran parte del mismo repose sobre el cinturón, y, por tanto, sobre las caderas del portador.

Pero claro, eso implica dejar toda una vuelta de la cota colgando por encima del cinturón, tanto para facilitar tus movimientos como para sujetarla correctamente.

Sí, efectivamente: la cota debe hacer un michelín por encima del cinturón, tal como podéis apreciar en la foto de arriba.

Bueno, vale, puede que parte de ese michelín sea carne de mi carne, pero sólo un poco; la mayoría es malla.

¿Y qué narices tendrá esto que ver con el diseño de la loriga? Muy fácil: en esa vuelta, y en dejar holgada la parte superior, hay bastante más malla de lo que podría pensarse. Así que la longitud de la cota se acorta ostensiblemente, convirtiendo los púdicos faldones en una descocada minifalda.

Así que se hace necesario alargar la loriga cosa de palmo y medio para que tenga una longitud aceptable.

Afortunadamente, aún conservaba bastante alambre de la construcción original, así que no tendré problemas de colores diferentes.

Sí, ya. Y una gaita.

La cota expuesta se ha oscurecido un poco, mientras que el alambre cuidadosamente guardado mantiene un impoluto y reluciente tono de cinc nuevecito.

Vamos, que se puede apreciar que la parte de abajo de la cota tiene una franja más clara.

Confío en que el tiempo lo remedie. Mientras tanto, habrá que poner las esperanzas en que una sobrevesta sea suficiente para disimularlo.

En la foto podéis apreciar la franja. Se ve claramente donde comienza, justo un poco por debajo de mi mano izquierda. La mano derecha, por cierto, está escondida ocultando mis gafas; para no resultar del todo anacrónico, y para salir más guapo. Lo primero lo conseguí, lo segundo, es evidente que no (y es que tampoco se pueden pedir peras al olmo)

Por cierto, por si alguien lo duda, dos palmos adicionales de loriga son muchas, pero que muchas horas de trabajo; y muchos, pero que muchos anillos. Y el peso añadido no es en absoluto desdeñable.

Y con esto terminamos con esta primera entrada del 2008. En la próxima entrada, lo más probable es que retomemos el tema de la brafoneras, que las tengo muy abandonadas.