domingo, julio 19, 2009

Cosillas de aquí y de allá.

En verano se ponen muy de moda los productos light, sobre todo cuando la gente se aligera un poco de ropa y se da cuenta de que eso que abulta alrededor de la cintura no era precisamente un pliegue del abrigo.

Así que, siguiendo esa tendencia, en El Blindado Personal también estamos en temporada de productos light. En este caso, una entrada de picoteo surtida, tipo menú degustación; sin apenas grasas ni demás contenidos interesantes.

Habíamos dedicado la entrada anterior a la fabricación de un soporte de armadura, más que nada por aquello de que ya no sabía que hacer con dos cotas. Si la vieja cota de alambre galvanizado va al nuevo soporte, la nueva cota irá al antiguo soporte ¿no?

- ¡Ejem, ejem!

- Vaya... creo que nunca me conseguiré librar del tipo éste que habla en azul. ¿Qué pasa ahora?

- La cota es de hierraco, ¿no?

- Sí ¿y qué?

- Pues que tendrá con conservarla engrasada para que no se oxide ¿no?

- Uhmm... sí, claro.

- ¿Y va a apoyar eso en una pared de color claro? Alguien que yo me sé se va a enfadar...

- No preocuparse, que todo está bajo control.

- Ya. Y... ¿cómo, exactamente?

- ¡Pues cómo va a ser! ¡Con un poco de ayuda de los amigos, claro!

Ni corto ni perezoso, me fui a la tienda y compré un poco de loneta roja. Y acto seguido, le eché morro y le encargué a Arant, experto costurero, la confección de una cortina. Un listón de madera rescatado del contenedor, un poco de barniz, un trozo de cadena de bronce para colgar lámparas, y ¡problema resuelto!


¿He dicho malla remachada? A propósito de malla remachada, he estado rehaciendo alguna herramienta y perfeccionando alguna técnica.

Aprovechando que se había roto la punta de la punzonadora, decidí aprovechar y fabricarle de nuevo la matriz.

- ¿?

(No pongas esa cara. La matriz es la pieza en la que encaja la punta de la punzonadora, la parte "hembra")

En su momento, había eliminado el grabado de la cabeza de tornillo que empleé como matriz con un disco de lija y herramientas mecánicas. Pues resulta que es pasarse de bruto, lo que se dice matar moscas con láser. La superficie del tornillo quedó un poco inclinada. No mucho, pero lo suficiente para que las anillas tendieran a echarse a perder al perforarlas. Y, como consecuencia, el doloroso estropiciado de un montón de anillas.

Hay que conseguir que la superficie quede tan perpendicular al punzón como sea posible. Así que mucho mejor una lima de grano fino, un pulido con papel de lija al agua, y que así quede bien recta. Y el resto ya lo sabéis: se normaliza, se taladra con cuidado, lubricando cada poco la broca, y se vuelve a templar la matriz. Tuercas, fijatornillos ¡y volvemos a tener punzonadora!


La mejora se nota, os lo aseguro. Y es que hacen falta herramientas de calidad para obtener resultados de calidad. O algo así.



Y para terminar con la malla remachada, me he dado cuenta de que, en un empanamiento sin igual, en su momento expliqué cómo cortar las anillas justo al revés. Para conseguir una cabeza de serpiente decente hace falta cortar las anillas en un ángulo tan perpendicular al eje logitudinal del muelle como sea posible; no al revés como yo decía.

Osea, así no:

Así sí:

De esta forma es como el pico queda centrado en la anilla, y no en un lateral.

¿He dicho lateral? Es curioso, porque casualmente, en Costumbres Medievales, están sustituyendo las tiendas apertura lateral por tiendas de apertura frontal.

¿Que cómo lo sé? ¡Hombre, pues porque me acaba de llegar una a casa, claro!


- ¡Vaya! Un bulto enorme ¿no?

- Está todo cuidadosamente calculado. Tiene el largo justo para caber de lado en un coche. Estoy seguro. Bueno, bastante seguro. Creo. O quiero creerlo al menos. Vamos, que algo habrá que hacer, pero que seguro que cabe. Espero.

Aunque, eso sí, ligera, ligera, lo que se dice ligera... a lo mejor no es muy ligera, no.


Una vez abierto el paquete, descubres una lona perfectamente doblada, unos palos impecablemente colocados, unas picas magníficamente encajadas...


Así que uno, conocedor de sus limitaciones, opta por la única alternativa viable: volver a cerrar todo el paquete; más que nada porque tengo claro que jamás, JAMÁS, podré volver a plegar esta tienda en tan escaso volumen. Así que pienso disfrutar del pulcro empaquetado, al menos en la ida a Peracense. A la vuelta... todo se andará.

¿Alguien conoce una empresa de transportes económica con ruta de recogida por Peracense?

lunes, julio 06, 2009

El soporte de armadura: construyendo a Paquitín.

Todo el que se haya metido en esto del armadureo con un poco de ciega obsesión constancia, en seguida se habrá dado cuenta de una cosa: a medida que vas fabricando más y más cosas, cada vez tienes menos sitio donde ponerlas, y empiezan a acumularse desordenadamente.

Para paliar este problema, no tienes que hacer caso a los que te digan que deberías deshacerte de alguna piezas. ¡Al contrario! Lo que tienes que hacer es fabricar más cosas.

- Vale, esto ya me lo veía yo venir. ¿Ha estado manejando productos químicos en un cuarto mal ventilado, o por fin se ha atizado usted solito un martillazo en la frente? Vayan llamando a los loqueros, por favor...

Que noooo, que no es eso. Lo que hay que hacer es fabricar un soporte de armadura, para poder dejar en un rincón, bonito y bien organizado, un elevado número de piezas.

La idea original de todo esto, además de todos los museos del mundo, proviene del foro de la AEEA y, sobre todo, del armero de Rorro. Otra fuente importante de inspiración fue esta página, sobre la construcción de una armadura, que empieza precisamente con la construcción básica de un maniquí..

Anteriores experiencias en carpintería, de las que sobró bastante madera, unidas a un par de encuentros fortuitos en el contenedor de basura más próximo, dieron como resultado que tuviera una buena cantidad de madera acumulada en un rincón. Nada que no puedas obtener de uno o dos pallets viejos, en realidad; así que en materiales no tienes por qué dejarte mucha pasta.


El objetivo es un maniquí de tamaño natural en el que poder poner un casco, cota, brafoneras... El esquema es bastante simple, y las medidas están sacadas de un servidor, con un pelín de redondeo para que queden más monas. Adáptense a conveniencia.

- Vale, muy mono, pero que no me cosco, oiga. ¿Cómo son esas piezas?

Me alegra que me hagas esa pregunta, porque casualmente tengo aquí preparado el despiece de ese maniquí. La idea es que todo se base en ranuras que encajen unas en otras para que sea bien robusto.

Esteeee... si os ponéis muy estrictos revisando las medidas, es muy probable que os encontráis con que la cosa no encaja; o que no coincide con el gráfico de antes. Digamos que fui adaptando algunas medidas sobre la marcha, y puede que no lo apuntara todo demasiado bien ¿vale?

Por cierto, casi todas las medidas de 30mm se deben a que ese el grosor de la madera que empleé, lógicamente habrá que adaptarlas a otros grosores.

Y bueno, con esto la cosa debería quedar clara. ¿Alguna pregunta?

- Pueeees...

- ¿Sí?

- Para empezar ¿la base es lo bastante grande para que sea estable?

- De sobra; al menos con mis hierros no hay problema. Eso sí, recomiendo a quien haga una base de este estilo que se asegure de que la madera no está combada antes de montar todo el maniquí. Así, el suyo tendrá menos swing que el mío, que ha salido un poquito bailongo.

- ¿Y por qué los salientes de las piernas que encajan en la base son de sólo 25mm?

- Pues precisamente para asegurarme de que no sobresalían y no hacían cojear todo el invento. Vano intento, pardiez...

- Vale, entendido. Sigamos. ¿Para qué los "tensores"?

- Chico, este larguirucho va a soportar bastante peso, y está construido en blandísima madera de pino. O le colocas refuerzos de este tipo, o se va a desencuadrar cosa mala.

- Vale, genial. Otra pregunta: algunas ranuras son más largas, otras más cortas... ¿a qué se debe? ¿Es un capricho, torpeza, o qué?

- Muy buena pregunta. En el diseño original todas ellas eran iguales, pero me di cuenta de que las piezas clave (la de la cadera y la de los hombros, que son las que soportan todo el peso perpendicularmente a la veta) veían muy comprometida su resistencia por unas ranuras que llegaban hasta su mismo centro desde ambos lados. De ahí que modificara la profundidad de algunas ranuras para que estas piezas fueran algo más sólidas.

- Y si esas piezas son tan importantes ¿por qué las ha hecho más estrechas que las demás?

- Precisamente por lo mismo. La madera que tenía en casa era de listoncillos pegados entre sí; mientras que los tablones que encontré en el contenedor eran de madera maciza de verdad, pero sólo de 90mm de ancho. Fueron esos los que empleé en esas piezas.

- ¡Aaah! Vale, ya comprendo.

- Y si no hay más preguntas, hasta aquí hemos llegado

- Ejem, pero...

- ¿Sí?

- ¿No va a poner ninguna foto del proceso, ni del resultado, o algo así?

- Si es queeeee... Venga, vale, pongámonos multimedia a tope.

Regla, escuadra, compás, sierra de calar, taladro para empezar los huecos de alguna de las piezas, y en un ratito tendrás esto:


Es recomendable darle un buen lijado a todas estas piezas, eliminar las aristas y, sobre todo, las esquinas puntiagudas.

- ¿Por algún motivo en especial?


- Pues lo cierto es que sí. Visualiza la imagen: deslizar una pesadísima loriga por un enorme maniquí de agudas aristas en las que ir enganchando todas las anillas. No sé a ti, pero a mi me da un telele sólo de pensarlo.


- Bonito ¿eh?

- Pues la verdad es que no mucho...

- ¿Comorrrr?

- A mi es que el pino así, tal cual, me parece más feo que enviar a la abuela a por drogas. ¿No le había sobrado un poco de barniz protector de cuando los bancos?

- ¡Ah, pues vas a tener razón, algo debe quedar por ahí! Venga, de acuerdo, barnizaremos un poquito.


Después de dejarlo secar adecuadamente, nos podemos lanzar a la aventura del montaje. Si eres bueno con la sierra de calar, será suficiente con encajar unas piezas con otras. ¡Incluso resultará un soporte desmontable!

- Ya, pero... ¿y si uno no es tan bueno con la sierra de calar como para que eso encaje realmente bien?

- ¡Qué casualidad, si ese es justo mi caso! Pues yo me decidí por encolar las uniones.


- ¿Y eso será suficiente, cuando la holgura es realmente hermosa?

- Pufff... no sabría decirte. Yo, la verdad, no lo tengo muy claro, y he tomado algunas medidas adicionales.


Eso sí, dejé la pieza de los hombros sin fijar al resto del cuerpo; de forma que sea desmontable. Así se ahorran problemas a la hora de poner y sacar una loriga.

Si eres capaz de montar todo este invento y que los hombros queden perfectamente rectos, es que eres un carpintero profesional, y no sé qué haces leyendo esta entrada. Así que puede ser recomendable que te ayudes de un nivel, y con una lima rebajes adecuadamente las ranuras hasta que la pieza de los hombros quede perfectamente horizontal.

- ¿Esa cosa tan rara es un nivel?

- Pues sí, es un nivel, aunque con ínfulas.

Una vez montado, lo ves a tamaño real, y lo primero que te planteas es que te has pasao tres pueblos, que ese trasto es, de lejos, demasiado grande para colocarlo en casa.

Pero en breve te entra un cierto sentimiento de cariño por esa criatura de madera que acabas de crear. Así que, dominado por el síndrome de Gepetto, te planteas que el larguirucho se merece tener un nombre. ¿Dummy García? ¿Optimus Prime? No, este colega se merece llamarse (por motivos que no vienen al caso) Paquitín. Así que aquí me tenéis, posando y bromeando alegremente con mi nuevo amigo Paquitín.


Paquitín es un tipo duro, muy duro. Casi como si estuviera hecho de madera, la verdad. Y hasta es capaz de soportar mis brafoneras por tiempo indefinido sin decir ni pío. ¡Ni una sola palabra de queja!

- Pues la verdad es que no queda demasiado mal, pero ¿el equipamiento no ha quedado un tanto heterogéneo?

- Si te refieres a que el casco y el escudo son como doscientos años anteriores a la espada y las hombreras... pues sí, lo sé. Vamos, como un soldado napoleónico con un kalashnikov. ¡Pero es que tengo que guardar el equipo en alguna parte, leñe!