domingo, abril 18, 2010

Lucas peregrino (1): ¡Al zurrón!

- Avemariapurísima

- Sin pecado concebida, amigo Lucas, sin pecado concebida. Pasa, pasa. ¿Qué puedo hacer por ti, mi fiel escudero?

- Verá, señor Axil, es que... bueno, yo es que... que es que tenía pensado que...

- ¿Que qué? ¡Vamos chico, espabila, que a veces pareces medio lelo!

(A ver cómo le cuento yo ahora al señorito que me quiero ir de vacaciones, que me parece que no tengo yo el convenio hasta dentro de setecientos años...)

- Es que me quiero ir de peregrino, señor.

- ¿De peregrino? ¡Vaya, parece que con la iglesia hemos topado, amigo Sanch... digoooo... Lucas! ¿Y a dónde te vas, si puede saberse? ¿A tierra santa? ¿De romero, tal vez?

- ¡Quia! ¡Con lo lejos que tá to eso! ¡A Santiago, a Santiago! ¡Yo donde quiero ir es a Santiago!

- Hay que jod... Venga, arrea. Pero no te andes con tonterías, que ya te veo aprovechando para irte de pingo con la hija del carretero, que ya he visto yo las miraditas que os echáis.

- ¡Claro que no, mi señor! ¡Yo voy sólo en acto de constreñimiento y por devolución!

- En acto de contrición y por devoción, patán. Vamos, calla la boca, no lo estropees más, y sal de mi vista, Lucas.

- Conlaveniadesuseñoría, muchasgraciassuseñoría, letraereunavieiraderecuerdoasuseñoría...

- Piérdete, anda.

Y así es como servidor consiguió que el amo le dejara irse unos días a recorrer mundo, que dicen que es algo mu instruitivo y que abre las entendereras, que siempre dice el señor que es bueno abrirlas, aunque yo no sé muy bien para qué.

Ya sólo me queda coger las alpargatas, echar cuatro cosas al zurrón, y andando.

¡Aivá! ¡Pero si de tanto llevar martillos para arreglar los abollones de la armadura del señor, tengo el zurrón echo un trapo! Voy a tener que hacerme otro, no sea que me se rompa y me se arrastren las viandas por los suelos.


Menos mal que tengo por aquí un cacho lino de lo más recio, de como así a ojo 90 de largo y 65 de ancho; que se le antoja a menda que será bastante para un zurrón pequeño.


A veces, todos esos caballeros como mi señor Axil, piensan que las cosas normales de todos los días, como los zurrones, son cosas muy simples y muy tontas. Pero que sepan sus mercedes que todo tiene su intríngulis, y que a veces no son tan sencillas como podrían parecer. Y mira que al principio es tan fácil como coser un cilidun... cilinodr... cilidro... ¡un tubo; coñe, un tubo!


Puede que parezca tarea baladí, pero uno se tira un rato, sobre todo, si hace una costura doble, que así sí que aguanta cosa mala, escuchen sus señorías mis palabras, no se les vayan a rajar los zurrones a la mitá del caminar.


Y tampoco se preocupen mucho por cómo queda de bonica o no la costura, que al fin y al cabo, luego se le va a dar la vuelta al zurrón, y la costura va a quedar por dentro.


Menos mal que conseguí sisarle al señor un poco de cuero pal zurrón. Hacen falta dos tiras, como de dos centímetros de ancho y metro treinta de largo.


¡Y que lo de estas tiras no es tan fácil! Que pa que luego el zurrón se abra y se cierre, hay que hacerle unas ranuras, para que las correas se crucen a través suyo; y que hay que coserlas además a la tela, así que hay que hacerles unos bujerillos con una lezna pa poder coserlas sin romper las agujas, que alguno es mu burro y se piensa que va a poder atravesar el cuero como si furiese seda, y no es eso de recibo.


No hay que aturullarse y ponerse a coserlo tal cual: antes hay que hacer dos hojales cerca de la boca del tubo, uno a cada lado, que si no, aluego se deshilacha todo, se rompe el zurrón, y ya la tenemos liá.


Ahí es donde hay que coser los extremos de las tiras. ¡Cuidao, señores! ¡Por el lao de padentro!


Y ahora viene el meollo: el extremo de cada tira pasa por la ranura de la otra, y por los ojales. Mira, si lo ves, es fácil de entender. Hasta yo, que ya me decía mi madre que soy más bien cortico, lo entiendo; asín que unos señores instroidos como sus mercedes lo verán claro a la primera.


Y ahora, otra vez a coser tela, para que las tiras de cuero queden bien envueltas. Servidor estas cosas las hace a conciencia, con doble costura, que de tonterías ¡na de na!


Y, miren, miren sus mercedes lo que pasa con sólo tirar de las correas...


Pa cerrar lo que es el mismo culo del zurrón, dicen los abuelos de hacer un par de nudos de saco, que son los nudos que se hacen, pos pa cerrar los sacos, comosupropionombreindica.


Na más simple que hacer este cierre: con una de las tiras se hace un nudico de esos, dejando que sobre un buen cacho de tela...


Endeluego se dobla la tela por encima del cuero, y con la otra tira haces otro nudico, pero como un poco más arriba.


Y con esto ya debería estar terminado el zurrón, que esos nudos ya no salen ni patrás. ¿Pero me van a hacer caso los señores? ¡Quia! Ya estoy oyendo a mi señor Axil si ve un zurrón así: que si eso se va a resbalar, que se te va a eslizar y a soltarse, que como me se abra el zurrón y un queso me se vaya rodando cuesta abajo me vi abrir la cabeza por bajar corriendo detrás a buscarlo...

Así que ¡ala! Otra vez a hacer ojales, esta vez en la base.


Y fíjense sus mercedes que le he dado vueltas a cómo cruzar las tiras igual que en la boca, pero me se escapa siempre cómo hacerlo. Así que, pa reforzar el ojal, lo suyo es hacer unos cosos de cuero para que aluego no se raje el lino con el peso.


Que se cosen como antes: por el lado de padentro. Luego sólo hay que pasar las correas de un lado a otro: se pué pasar una por cada lado, pero yo prefiero dividir ca tira en dos, pa que así luego se les puedan dar vueltas y hacer un ataíjo más arrebujao.

Y ya sólo falta hacer como antes: un buen recosío de la tela alrededor del cuero.

Asín que ya sólo queda tirar bien de las tiras pa cerrar el culo (con perdón) del zurrón, y hacerles unos buenos ataíjos pa que no se puedan soltar.

Y ya puedo echar pa'dentro los trastos y enganchar el camino; y que mi señor Axil se busque las habichuelas pa pulirse los hierros él solito.

lunes, abril 05, 2010

Las... los... esos, loscomosellamen... ¡Chanclos!: caminando, que es gerundio.

Muy bien, ya tienes tus zapatos históricos. Te has ido a ese evento de recreación tan chulo, y te has pasado todo el día para arriba y para abajo. Has resbalado con los adoquines, te has pringado de barro en el campamento, los pies te han ardido tras ese desfile por el asfalto, y se te han llenado de magulladuras al caminar por las piedras. Y, por supuesto, cada vez que ha habido un charco a menos de doscientos metros de distancia, los zapatos te han calado.

¿Y qué podemos hacer al respecto? Pues está claro: un buen par de... de... leñe, ¿cómo se llama esto? ¿Albarcas? ¿Zuecos? ¿Sandalias? ¿Madreñas? ¿Cómo demonios traduzco yo lo de pattens? Y ya que estamos en ello ¿cómo es que he acabado conociendo el término en inglés, pero no en castellano?

Afortunadamente, después de un repaso a un par de diccionarios, creo que he dado con el término preciso: chanclos. Sí, chanclos.

En concreto, en el libro de shoes and pattens encontré varios diseños muy interesantes. La mayoría de ellos, trampas mortales para alguien acostumbrado al calzado moderno. Aunque había un un modelo... había un modelo que prácticamente saltó de las páginas a mis ojos. Bueno, a mis pies. Lástima que estén fechados a finales del XIV.


Así que me planteé: ¿anacronismo, o arrastrar los morros por el suelo?

Anacronismo.

Así que empezaremos por marcar la forma de las suelas en madera bien gordita (3cm). Yo empleé un retal de madera alistonada, (¡puagh!) de pino o abeto, no estoy seguro (¡puagh!) Tendría que haber sido una madera un poco más dura, pero sólo tenía eso a mano, Y llevaba meses sin dejar de llover, y nos íbamos a Teruel con los Fidelis, había poco tiempo, yo era joven e inconsciente, y la abuela fuma, y... Bueno, el caso es que usé el blandísimo pino (o abeto) alistonado.


Sigues el contorno de los zapatos que vas a usar, dejando un pelín de holgura, cortas y lijas para dejar los cantos suaves e igualados.


Estos chanclos llevan una articulación en el medio para ser más cómodos. Espera, he dicho en el medio. No es en el medio. Ponte los zapatos, y comprueba por dónde dobla la suela cuando das un paso con normalidad. Es ahí.


Este corte da un poco de pena hacerlo. Nada, tú a saco; sin piedad.


Y lijas la zona cortada.

Espera, no guardes todavía la lijadora. Ya que estás, haz un rebaje en la zona de la articulación para poder hacer una bisagra de cuero.

- ¿Que haga lo qué?

Mira la foto. Rebajes de un par de centímetros en cada pieza de las suelas, y del espesor de ese trozo suelto de vaqueta que tienes por casa.


Así que corta la vaqueta para que encaje justo en esos rebajes, la pegas con cola de contacto, y la clavas para hacer las bisagras. Con clavos bien hermosos, que yo me quedé corto de lejos.

- ¡Eh! ¿Por qué ha cambiado todo de color?

¡Ah, es cierto! Se me olvidaba, un poco de aceite de linaza para la madera y de aceite de pata de buey para el cuero ayudarán a que estos trastos aguanten un poco más.

Ya puedes volver a colocar los zapatos, y preparar patrones en papel de las tiras que van a sujetar los chanclos al pie. Y de nuevo a cortar vaqueta.


Estas tiras de nuevo se pegan y se clavan en los laterales de las suelas.


Fíjate bien en el cierre de la tira delantera (amplía la foto, amplía). En los ejemplares que se han encontrado y a cuyas características he tenido acceso, el cierre no era más que un clavo atravesando el cuero, pero la sola idea me trae a la mente palabras raras, como "vacuna antitetánica". Así que vamos a sustituir el clavo por un trozo de cuero con un par de nudos.


El cierre de la parte trasera lo hice en lengua de serpiente, y de un cuero un poco más suave. Alguno me vio poniéndolo en Teruel (fue lo único que llegué a trabajar en Teruel, la verdad)


¡Y aproveché para estrenarlos!


Y la verdad es que el resultado me dejó un poco... plof. Extremadamente decepcionante; en apenas un par de minutos mi pie se empezaba a deslizar hacia atrás sobre el chanclo. Los clavos de atrás tendían a salir de la madera y, sobre todo, el cuero del talón cedía ante la presión del pie.

Fatal.

Unos cacharros absolutamente inútiles.

Habrá que tomar medidas.

Hay que conseguir que la tira del talón quede tirante. Toma nota, e inclúyelo en el diseño de los tuyos. Yo me conformaré con colocar una tira adicional de refuerzo: no es que tenga ninguna referencia histórica, pero parece que aguanta.

Y hay que colocar una tira por el perímetro de la suela, para que la fuerza que tiende a sacar los clavos del talón se enfrente a una pieza bien tensa e imposible de desclavar. ¡Y esta tira sí que es histórica!


Sí, he usado cuero de otro color, qué le vamos a hacer. Cuando uno trabaja un poco cabreado, exclamas ¡a la mierda! y tiras por la calle de en medio.

Por el momento, los vamos a dar por terminados, aunque, eso sí, los vamos a llamar prototipo (oye, que cuando vi que no servían, se me pasó por la cabeza llamarles cosas peores).


Así a primera vista, son extrañamente cómodos y resistentes. Quiero darles un tiento en serio en el próximo evento, para aclarar qué partes del diseño funcionan y qué partes no. Sin duda, las tiras de atrás se pueden rediseñar para que queden de una única pieza, mucho más simple y eficiente.

También quiero ver qué tal se porta la suela de madera. Me da la impresión de que pueden ser unos pequeños y resbaladizos esquís que se deslicen sin apenas rozamiento sobre casi cualquier superficie; tal vez lo suyo sea fresarle unas ranuras, o clavetearlos... ya iré hablando de su correcto funcionamiento, o, en su defecto, publicaré el parte de lesiones.