lunes, febrero 18, 2013

Teruel 2013: ¿Puedes repetir ese último párrafo?

Tras una larga temporada de sequía medieval -sin eventos, sin bricomedievo, sin publicar nada en el blog- rompo el silencio para narrar la apócrifa crónica de...

TERUEL 2013
El evento que quiso salir del armario.


A ver, si es que el cartelito a lo princesitas Disney ya daba que pensar.



Como todos los años, cogimos nuestras mejores galas y acudimos a la llamada de nuestro amigos los Fidelis Regi para participar en las Bodas de Isabel de Segura.

Yo, al menos, llevaba ropa interior viril y muy decente. No insinuantes tangas rojos, como otros.


Llegamos el viernes al anochecer, y tuvimos ocasión de saludar a muchos grupos que ya andaban por ahí. Además de los Fidelis, estaban por allí los siempre majísimos caballeros de Al-Basit, en esta ocasión, algo abandonados por la diosa Fortuna (luego hablaremos de mi amigo Eduardo "er Pupas")


-Vale, ya hemos hecho un caldero grande de sopa, acércame el cucharón para servirla.
- ¿Cucharón? ¿Qué cucharón? ¿Pero no lo habías guardado tú?
- Mierd... Vale, aunque sea una tarea indigna para un Santiaguista, voy a mendigar un cucharón por ahí, esperad un poco.


Y acampamos al lado de uno de los escasísimos grupos de recreación de Madrid, los Magerit histórica, grupo multiépoca que, para el XIII, se han centrado en la orden del Hospital.

Los hermanos hospitalarios de san Juan de Jerusalén. O, como comentó un visitante cronológicamente desubicado (jugándose un degüello), de la orden de Malta Cutre.


Había muchos grupos más, pero estos eran los más cercanos a mi tienda; no me hagáis mencionarlos a todos, que luego siempre se me olvida alguno y la liamos.

Así que algo de cenar, y a sentarse con los amigos a compartir historias y hoguera. Que casi ni hacía falta, que el tiempo turolense también estaba en plan nenaza, y ni siquiera se te formaba escarcha en las pestañas como viene siendo habitual en estas ocasiones.

Don Pero Cornel tocando el rabel. Hubiera resultado afeminado, si no fuera porque el sonido que extraía del instrumento hubiera sido la envidia del más salvaje grupo de death metal. Decenas de gatos rasgaban la noche con sus chillidos, mientras intentaban escapar de su encierro trepando con sus garras descubiertas sobre la superficie de resbaladizas pizarras.



Hasta don Ximeno acabó dejando a un lado la cruel venganza que había jurado contra el Urrea.


Como siempre, el día grande es el sábado, lleno de actividades, buen humor, y luz para ver bien las cosas.Y apreciar los colores.

No es mi látigo lo que temen. ¡Es mi bolsito rosa!

Tuve por fin ocasión de conocer en persona a mi amigo Redo, cuyo trabajo admiro desde más o menos el segundo día en que empecé a interesarme por esto de la recreación, y que además es el responsable de que el suelo de mi terraza esté lleno de manchas de aceite de linaza.

The trueque

Redo y yo nos traemos un pequeño trueque artesano entre manos, y en Teruel me ha traido las dos a-co-jo-nan-tes espadas de madera que me ha hecho.

Air guitar Wooden sword

 Y es que no te confundas: Redo no fabrica juguetes, fabrica espadas de madera de entrenamiento perfectamente funcionales, tal como las que se usaban históricamente para aprender esgrima sin matarse (aunque alguna costilla rota sí que pueden dejar, que estos trastos son sólidos) Si te interesa, puedes encargarle una aquí (merecen la pena)

La mañana del sábado está marcada por las batallas, empezando por los juegos de guerra, en los que mi buen amigo el Artesano Principiante  tuvo su bautismo de hierro. Y de patadas, zancadillas, pisotones, y todas esas cosas que no se cuentan habitualmente en las crónicas.


Porque una batalla tiene momentos en los que uno puede acabar seriamente lesionado.

En los juegos de guerra se participa en diferentes contiendas por equipos, a toques. Lo cierto es que la cosa es divertida.

En realidad, estaban todos casi igual de gallinas que el año pasado, esperando que se pegaran los demás antes de enzarzarse.


Alguno sufrió una contusión en el cuello, y otro un par de sangrantes laceraciones en la frente por no haberse colocado bien el acolchado debajo del almófar y acabar con un par de anillas clavadas en la frente (Eduardo "er Pupas", lesión #1), pero en general la cosa fue divertida, y la gente bajó animosa a la batalla del Cofiero.

Yo la vi a la par más segura y más vistosa que otros años, y mucho más controlada con sus movimientos tácticos prestablecidos.


Batalla que se desarrolló suave como la seda, sin incidentes reseñables, llena de exhibiciones de movimientos tácticos, maniobras envolventes, contramaniobras, intercepciones, y todo ello teatralizado sin el más mínimo momento de peligro...

...hasta que llegó el temido final de la batalla. Y hubo regocijo y alborozo. Y un guerrero, abandonado al entusiasmo, no dudó en alzar su yelmo e inclinar la cabeza para beber un sorbo de agua con el que rehidratarse. Y su pesadísimo yelmo se deslizó sobre su testa, y cayó, arista por delante, sobre el suelo pie del extremadamente gafe Eduardo "er Pupas" (lesión #2), aplastujándole de mala manera un par de dedos.

Afortunadamente, el gafe de "er Pupas" acabó más herido en su amor propio que por sus lesiones físicas. Sorprendentemente, logró sobrevivir a la comida y a la cena sin saltarse un ojo con una cuchara.

De todas formas, yo seguí ciñéndome a la parte civil. Este año ni siquiera hice el intento de llevarme algo para hacer artesanía ninguna (en Teruel nunca hay tiempo para eso) pero pude apreciar en el campamento cosas como la exhibición de tocados históricos, que me encantó. Por cierto, al final no pregunté quién los hizo, ni si está algo a la venta, pero me interesa. Que alguien que lo sepa me ponga al tanto, por favor.

Sí, me han molado los tocados. Yo también tengo derecho a tener mi punto lila digoooo... rosa, en Teruel 2013.


Y lo normal: paseo por todo Teruel, deliciosas comidas a cargo de mis amigos de Bastimento, y a disfrutar de la ciudad, completamente engalanada para la ocasión.

G. puso a prueba sus nuevos zapatos, y parece que aguantaron.


Y, por supuesto, desfile arriba y abajo (sobre todo arriba) en el que se cumple la máxima: cuantos más eventos de recreación llevas encima, más te anenazas y menos equipo llevas a cuestas. Los que desfilan por primera vez llevan puestos todos sus hierros. Los ya veteranos empiezan a plantearse pasar de la cota. Los curtidos, cuando alguien menciona "infantería ligera", corren prestos a la voz de "¡yo, yo, yo me encargo!"

 Este año estábamos tan amariconados, que ni siquiera subimos a paso de carga para luego esperar tres cuartos de hora bajo la torre. Con un trote cochinero y apenas quince minutejos de espera nos apañamos.


Y lo mejor, por supuesto, la noche del sábado. Ese momento emotivo donde los haya. Si os acordáis el año pasado me nombraron a mí Fidelis de honor, ocasión que aproveché para irme pronto a dormir y perdérmelo (que ya me vale). Este año, con mucho más tino y merecimiento, nombraron Fidelis de honor a mi muy querido frei Galcerán, que además tuvo la decencia de estar en el campamento en ese momento.

Lo cierto es que hubo que irrumpir en un solemne acto de la encomienda hospitalaria y arrastrarles a todos de las orejas para que el homenajeado estuviera presente en su nombramiento. Pero esas cosas pasan, qué le vamos a hacer.

Y es que, para qué nos vamos a engañar, estos actos siempre destacan por su emotividad, seriedad, y riguroso nivel recreacionista. A mí, en particular, se me saltaban las lágrimas durante el discurso con el que mi señor de Urrea nombró a los nuevos mienbros de Fidelis Regi.

Del valor de una simple consonante.

El domingo siempre se hace más pesado: el lento desfile del funeral de Diego, recoger, despedirse de los amigos... En fin, un día un tanto triste. Así que, para remataros, os dejo con una selección de fotos que, por si fuera poco, van acompañadas de lo más granado de las canciones nocturnas del evento.


Vamos a ver, estamos aquí para recrear. Nadie ha dicho que seamos músicos de talento ¿vale?