martes, agosto 06, 2013

Peracense 2013: Armas de asedio en el castillo rojo.

Pues sí, otro año más montando una forja en el castillo de Peracense.

Hay que decir que algo así no comienza cuando entras sonriente por la puerta del castillo y preguntas con gesto inocente quién te ayuda a descargar el yunque. No, la cosa empieza bastante antes, un par de meses antes, cuando, a primeros de junio, revisas con la organización la logística necesaria: que si hay que verificar que este año no nos han robado el carbón que dejamos allí, que si hay que traer un saco de arena para rellenar el cajón que hace de fragua, que si hay suficientes listones para montar el soporte del fuelle, que si…

Mediados de julio: compra de varilla de hierro que utilizar como materia prima.

Toda la semana anterior al evento: toca compartir la bañera con un extraño invitado, el cubo de madera que, después de varios meses secándose, presenta unas aberturas descomunales entre las tablas. Como esas aberturas son extremadamente indeseables en un cubo, va a tener que estar varios días en remojo para que la madera se hinche y se cierren las grietas.

Jueves: bajar todo el material y cargar el coche, para así salir disparados el viernes. Agotador.

Viernes: salir de trabajar, a casa a toda pastilla, comer una hamburguesa aprisa y corriendo, cargar los últimos trastos que puedan faltar (como el cubo, que seguía a remojo), y ¡a la carretera!


Y después de unas tres horas de camino, por fin llegamos de nuevo al castillo rojo, eso sí, con el obligatorio intento del GPS por llevarnos campo a través.

No, no estamos matando un gato dentro del coche. Son Sleater Kinney cantando.

Y ahora, sí que sí, a pedir ayuda para ver quién te ayuda a descargar todo el equipo de la fragua. Puedes poner cara de bueno y pedirlo por favor, pero en realidad funciona mejor apelar al "¡no hay huevos!", o incluso decir en voz alta "¡Por favor, que los tipos más fuertes vengan a echar una mano a descargar la fragua!", y ver cómo medio campamento se discute el privilegio de ayudarte.

Bendita ley de la palanca. Ellos llevan todo el peso.

Una vez todo descargado, se monta la tienda. Es mi tienda. Es Peracense. Sí, hace un sol de justicia, pero tiene que mojarse sí o sí. Y si no es por la lluvia, será por otra cosa. Como, por ejemplo, por la construcción alarmantemente deficiente de un arma de asedio, añadida a la palpable ineptitud de sus operarios. Creo que mi opinión al respecto queda concisa e inequívocamente expresada en el vídeo.

Sí, la munición son globos de agua. Ya, no es histórico, pero ¿tú te pondrías delante (bueno, o en los alrededores) de un cacharro de estos que tirara piedras de cuatro kilos?

El caso es que al final se hizo tarde, y ya no había luz para terminar de montar la fragua, así que a cenar, a compartir un buen rato con los amigos, y a la cama derrotado por el cansancio acumulado.

Una de mis bonitas lámparas, claramente desportillada, y con una vela de prestado, proyecta su patrón de luz sobre el toldo.

Por supuesto, a despertarse al amanecer con los ojos como un buho, incapaz de volver a dormir a pesar de seguir agotado. Pero no hay mal que por bien no venga: con los ojos aún crujientes de legañas, el cerebro atontado por la falta de sueño, y las piernas temblando por el esfuerzo del día anterior, uno coge la cámara buena, y se va a hacer fotos antes de que el campamento termine de despertar.

Foto chula #1: El campamento al amanecer, con otros dos insomnes dándose paseos tempraneros.

Foto chula #2: La mesa. ¿A que mola el efecto de desenfoque de una profundidad de campo muy limitada? Creo que voy a abusar un poco de él.

Foto chula #3: La pedrera. No sólo abuso de la escasa profundidad de campo, sino que se puede apreciar a la perfección la sólida construcción del artefacto.

Foto chula #4: El pendón. Vaaaale, después de esta dejo de exagerar con el desenfoque.

Foto chula #5: Los primeros rayos del sol iluminan el yunque a través de la puerta de la fragu... ¡Mierd...! ¡Que aún no hemos montado esto, y en un rato empezarán a llegar visitantes!

Así que otra vez al campamento, y después de un rápido desayuno, volvemos a la carga: por favor, caballeros de la organización, que los mejores en carpintería se pasen por la herrería para montar el soporte del fuelle.

Lo que no sale en la foto es cómo se nos desfondó el cajón de arena que hace de fragua y derramó todo su contenido en el suelo de la torre. Ni como recogimos todo eso y lo metimos en un saco para la basura... que se desfondó apenas medio metro más allá.

Una vez montada la forja, no queda más que encenderla y empezar a trabajar. Yo esperaba tener aprendices como el año pasado, que el mismísimo señor de Urrea se acercó para hacer, con sus propias manos, un magnífico cuchillo. Bueno, si cuentas todas las hojas a medio forjar que fundió, en realidad hizo algo así como 2,35 cuchillos.

Lamentablemente, el señor de Urrea ha estado pachucho, y estaba convaleciente de una operación, por lo que no ha podido meterse en la fragua este año (claro: las pocas energías que le quedan las dedica a hacer forks dentro de un bucle; y eso es fácil que agote los recursos del sistema. Él sabe de qué estoy hablando) Así que habrá que volver a la realidad del SXIII y dedicarse a la más pura y dura explotación infantil; y poner a currar al hijo de mi amigo Yusuf, que, por cierto, forjó un gancho en "S" en un momento y con mucha más habilidad que yo.

Se lo pasó divinamente, pero me temo que le ha costado llenar de quemaduras su túnica nueva.
 
Aunque el domingo ya conté con una ayuda más especializada: mi amigo Sergio, de los caballeros de Al-Basit.

A pesar de lo que pueda parecer en la foto, no es un psicópata asesino. Creo.


Tengo miedo.

Sergio no sólo sabe de forja mucho más que yo, sino que además se traía su propio mandil y su propio martillo, algo que siempre es de agradecer cuando tienes una logística limitada. Además, parece le ha cogido el gustillo a eso de respirar humo de antracita, porque dice que se apunta a ir directamente de herrero el año próximo, y hasta hemos empezado un pequeño proyecto a continuar en futuras ediciones. ¡Y hasta Jesús “Fidelis” se ha apuntado para el año próximo!

Comienzo del proyecto

Y esta edición de Peracense ha traído consigo una novedad: venciendo mi tradicional cobardía reparo a participar en las algaradas, este año sí que he participado en la batalla, y, precisamente, colaborando en los disparos de la pedrera. Mi papel, absolutamente imprescindible, consistía en sujetar el trasto durante el disparo, y en reclavarla entre disparo y disparo para evitar que se cayera a pedazos. Más.

 
Nótese la tensión y el gesto preocupado de nuestros semblantes al entrar en batalla. Y el antinatural ángulo del eje de la pedrera, que ya se estaba desmontando.

Fue uno de los momento más divertidos del evento, aunque no sé muy bien qué pensaría el público cuando las cinco personas que estábamos con la pedrera acabamos prácticamente retorcidos por el suelo de risa mientras gritábamos insultos ridículos con acento francés entre globazo y manzanazo a los asaltantes.

Tu magge egga una cabgra, y tu pagge olía a cobaya.

Una batalla muy entretenida, en la que incluso se tomaron rehenes de entre el público. Aunque algunos de ellos se resistieron con un valor inaudito.


No sólo no se dejó atrapar, sino que venció él solito, en combate singular, al aguerrido caballero que tenía enfrente.

Sorprendentemente, esta vez no hubo tiempos muertos, así que incluso puede que la batalla quedara un poco corta. Pero nos lo pasamos divinamente.

¡Venga, todos, sonreid! ¡Decid "loriiiiiiiiiga"!

Y aunque ese fin de semana hubo tormentas e incluso inundaciones bastante serias en la provincia, a nosotros, misteriosamente, nos respetó el tiempo. El único meteoro reseñable fue un viento algo fuerte, que tiró alguna tienda y convirtió los toldos en improvisados parapentes.

Momento Marilyn. Y sí, en efecto: cuando voy a forjar no me pongo los calzones históricos: dan demasiado calor.

Y poco más puedo contaros. Que el fin de semana se hizo muy, muy corto, y que no quedó más que recoger...

¡Tralaralarita, barro los hierbajos y arrancamoños pegados a mi casita!

...y volver a casa felices, pero muy, muy cansados.

La siesta es perfectamente period.

¡Sobre todo después de tener que llevarlo todo otra vez hasta el coche!

Estoy convencido de que este castillo está mal reconstruido. Seguro que había una poterna de acceso justo donde ahora está el aparcamiento. El año que viene me traigo un zapapico y la rehacemos.