domingo, marzo 13, 2016

Haciendo una fragua (3). Porque follar es muy cansado.

Que no, que no me han pirateado la cuenta de blogger para publicar anuncios de porno o de accesorios eróticos. Si es que tenéis la mente sucia. Malpensados.













Esta historia empieza incluso antes de lo que contaba en mi anterior entrada, donde hablaba, entre otras cosas, de la adaptación de los tubos de entrada de aire de la fragua a los tubos de salida del fuelle que hice hace años. Esta historia, ni siquiera empieza en el medievo. Esta historia empieza a finales de otoño o principios de invierno de 2014. En una de esas frescas madrugadas que Madrid ofrece a sus habitantes.

- Gruñfff... ñamg, gronf... ¿Óndestáelfutoeloj? ¿Eih? ¿Qué demonios hago despierto a estas horas, si es domingo y aún no ha amanecido? Mejor me doy media vuelta y sigo durmiendo un rato más...
[Bzzzzzzzzzzzzzzzzz]
- Mñññññffff... Hay algo que hace ruido. Que le zurzan, me tapo la cabeza con la almohada y a seguir durmiendo.
[Bzzzzzzzzzzzzzzzzz]
- Grmm...

El caso es que, al final, me dí cuenta de que el ruido estaba en mi propia casa, y que procedía de la caldera de gas que tengo en la terraza. Y, como no es cosa de tontear con los malos funcionamientos de una caldera de gas, llamé al técnico, que, después de refunfuñar un poco sobre lo torpes que eran los que me habían puesto la caldera y lo inaccesible que estaba para todo, me dio el siguiente diagnóstico:

- Na, la caldera está bien. Lo que pasa es que el ventilador del extractor de gases vibra un poco, y eso, como está en contacto con toda la chapa de fuera, hace bastante ruido. Si quiere, se lo puedo cambiar por uno nuevo, le va a costar tanto.
- (Jodo, qué caro). Bueno, casi que sí, cámbiamelo, que con la caldera justo al lado de la ventana del vecino, le tengo que estar molestando una barbaridad.
- Ok, en veinte minutos está.

y, al cabo de los cuarenta minutos...

- Muy bien, pues esto ya está. ¿Quiere el extractor viejo para algo, o me lo llevo y lo tiro?
- Na, llévatelo, ¿para qué lo voy yo a quere....? ¡No! ¡Espera! ¡Me lo quedo, me lo quedo!

Así que me encontré siendo el orgulloso propietario de un soplador eléctrico cuyo tubo de salida (¡oh, maravilla y hados propicios!) era del mismo diámetro que el tubo de salida de mi fuelle.

Claro que ¿cómo narices se conectará este cacharro? ¿Llevarán las calderas electrónicas sofisticadas, y requerirá de unos complejos códigos digitales para funcionar?

Pues no. Una oportuna chapita con sus especificaciones eléctricas lo deja claro: corriente alterna, 230V, 50Hz. Lo que viene siendo el enchufe de la pared, aquí en Europa.



Aunque estos conectores no se parecen demasiado a los del enchufe de la pared. No, esto requiere unos conectores denominados faston, y que, dado que van a albergar una corriente bastante peligrosa, es mejor pillar con sus correspondientes aislantes.



Y sí, con esto, y un enchufe al otro extremo del cable, el soplador ya se puede poner en marcha.


Pero esto... esto sería, de lejos, demasiado fácil. ¿Cómo no nos vamos a complicar un poquito más la vida? ¡Vamos a liarnos un poco, y a conseguir que el flujo de aire sea regulable, hombre!

Así que ¿por qué no comprar un potenciómetro variable para controlar la tensión de entrada y, por tanto, la fuerza del soplido? Lo ideal sería un potenciómetro para alterna de 230V, que se pueda controlar con el pie, y con interruptor incorporado. Justo, justo, como los que se venden para lámparas domésticas. ¡Eh, qué afortunada casualidad!

Me pasé por la ferretería de al lado, y me compré uno de esos potenciómetros. Lo conecté, lo enchufé, lo encendí... y el interruptor funcionaba, pero el potenciómetro no.

Repasé las instrucciones, cambié el cableado, lo volví a encender... y el potenciómetro funcionaba, pero no el interruptor.

Revisé diez veces el esquema eléctrico que venía con el cacharro abrí el puñetero chisme, dibujé en papel el circuito impreso e invoqué a los fantasmas de mis muy olvidados conocimientos de electrónica analógica para entender todo aquello. Y, después de repasarlo una y otra vez, llegué a una conclusión: el interruptor y el potenciómetro estaban en paralelo, no en serie, y servían para dos salidas independientes. Y no había hueco allí dentro para intentar tirar un puente y hacer lo que yo quería. Así que allí estaba yo: había comprado el cacharro que no era, y, como no quería dejar el soplador con sólo un potenciómetro, sino estar seguro de que allí no había nada de alimentación, me bajé otra vez a la tienda y compré un interruptor normalito.

Y obtuve esto:


Sí. Exacto. Un vídeo grabado en vertical. Y, sin embargo, se mueve enciende y se puede regular.

Ya solo queda conectarlo con el soplador, y enganchárselo al cajón de la fragua para hacer una prueba de encendido. Ahora que lo pienso... cuando expliqué lo del cajón ¿llegué a avisar de que dejar un borde en el que se pudieran hacer taladros y enganchar cosas era una buena idea?


- Esa forma de sujetar el soplador al cajón es una chapuza tremenda.
- Sí, lo sé, es sólo una prueba de encendido

- Dejar ese motor, esos conectores, y ese ventilador expuestos es peligrosísimo.
- Sí, lo sé. He pensado en hacerle alguna caja protectora, aunque sospecho que va a ir para largo. Por un lado, estoy vago, y, por otro, esto está pensado para manejarse con un hierro al rojo en la mano. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

- Ese carbón es malo de narices ¿ha visto cómo sale volando?
- El que casi se churrusca los morros grabando este vídeo soy yo; sí, sí lo he visto. Pero es que sólo tenía a mano carbón de barbacoa.

- Menudas zapatillas más feas que me lleva ¿no?
- Eso es que no se ha fijado en las sandalias del vídeo de antes.

3 comentarios:

Dark dijo...

Eso es suerte xD

¿Tienes de vista el programa del History "Forged in Fire"?

Tiene cero valos historico, y no es más que la agotada fórmula de reallity/concurso, pero es con forjadores de cuchillos. En un episodio un finalista mostraba su forja: una olla de acero, con un tubo y un secador de cabello. y le funcionaba bien.

Axil dijo...

¡Uy, si se nos hubiera ocurrido antes!

Dark dijo...

Todos lo intentamos, pero me hizo gracia que uno con eso llegara a la final, compitiendo contra otro con su taller a todo trapo, con forjas a gas, martinetes neumaticos y cuanta herramienta te imagines.

La viva prueba de que la tenacidad pesa más que el equipo c: